miércoles, 24 de marzo de 2010

Más sobre la Societàs en México













Por cortesía del Minutario, blog de Guillermo Sheridan, nos podemos enlazar con el reportero vivencial-formalista Anselmo Guiú, quien nos pondrá al tanto de la nota social del evento:

La crème de la crème de la scène mexica acudió a su rendez-vous en el par de funciones que la compañía italiana La Societàs Raffaello Sanzio dio en nuestra ciudad. La espectativa era máxima pues aunque muy pocos habían acudido a la primera función que dicha compañía trajo a nuestro país hace cinco años, mucho ya se hablaba de ella: de las virtudes técnicas, de la trasgresión imaginaria, de mutilados, bulímicos, perros, bebés y demás dramaturgias de lo real que suceden en el escenario de Romeo Castellucci, el director.

Todos envueltos en sus mejores galas, el todo México escénico se besaba e intercambiaba nuevas en la fila de las cortesías del Teatro de la Ciudad. Enternecedoramente, la escena parecía la Noche de San Juan, pues no había diferencia alguna entre el mesías en turno (enfundado en converses azul cobalto) o la artista mas cool (envuelta en pashmina de seda, de la mano de su maravilloso gurú que le ha dado serenidad y becas) y los demás artistas del hambre (cuyo arte estará siempre en ciernes), y hasta los ilustrísimos funcionarios olvidaron diferencias e intercambiaban anécdotas y chascarrillos con los mismos a quienes acababan de negar un teatro. Incluso, ante la falta dolorosa de nuestras vacas sagradas, pudo apreciarse al corro de alumnos ávidos en torno a los y las maestras que habrán de tomar la estafeta que, pronto, tememos, dejarán los héroes que nos dieron patria y presupuesto.

La espectativa, como dijimos, era enorme y más después de leer el opúsculo que servía como programa de mano, en donde entendimos, entre otras cosas, que lo que veríamos estaba contaminado de “performance” (entonces entendimos lo trasgresor), que el creador trabajaba “con su mujer” (entonces entendimos lo encantador), que había hecho “el Purgatorio” -de hecho la trilogía de la Divina Comedia, de 2008-2009- antes que Hey girl! de 2006 (entonces no entendimos nada) y entendimos, finalmente, que Wikipedia no siempre es la solución para informarse.

Pero para no hacer esta crónica muy larga, pues no vale la pena detenerse en lo que pasaba en la escena como nos ha demostrado la crítica especializada, subrayaremos con ella el hecho de que el todo México escénico quedó decepcionado. Para empezar, ¿de qué trataba la obra?, ¿por qué tanto volumen?, ¿por qué duró tan poco si apenas empezaba?, ¿dónde queda la emocionalidad actoral?, ¿por qué el micrófono?, ¿por qué si es tan bonito Shakespeare, no se puso a unos actores a decirlo bien? ¿Qué dirían nuestros maestros si vieran estos trapos traídos de la cansada Europa? (Aunque hay que conceder que el momento en el que la mujer afroeuropea fue liberada de sus opresoras cadenas, muchos de nosotros tuvimos nuestro coup de théâtre, al recordar la opresión de nuestras compañeras de género femenino).

Pero ante todo, para expresar nuestra desazón , vale la pena rescatar las palabras escritas otrora por la autora del opúsculo arriba citado y que resume nuestro desaliento: “Ojalá y los planteamientos ... tuvieran formato dramático para dar solidez a las propuestas de este arriesgado director cuyo talento se vería enriquecido si no menospreciara el texto y el poder del significado y creyera en la integración de la palabra dentro del hecho escénico”.

Así pues, los que somos esperamos que el teatro sea al fin redimido la próxima semana en que nuestra Compañía Nacional volverá a dar el ejemplo de corrección y entrega. Se cierra el telón.

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