jueves, 20 de mayo de 2010

otra de picaresca o "muchos son los abyectos y pocos son los proyectos"
















a menos que uno ande por debajo de los 25 años, casi no sorprende el diagnóstico que sobre el estado de la política cultural se puede percibir en el reciente número de letras libres, pues no parece haber rubro artístico que salga al menos con un resultado decoroso. y bueno, como hemos dicho antes, se necesita ser un neonato o un funcionario agarrado al hueso para no darse cuenta hasta qué punto la propia estructura del aparato cultural del estado mexicano es no sólo en muchas áreas obsoleta sino, antetodo, continuadora de hábitos patrimonialistas del régimen político que no nos hemos sacado de la sangre.

así que, si bien la información que recoge la revista no es ni pretende ser un análisis exhaustivo con métodos científicos, allí están los resultados: recursos concentrados en la burocracia, favorecimiento de grupos, rechazo a las actualizaciones administrativas y estéticas y, claro, elefantes blancos para sorprender. en una palabra: la política cultural es también política mexicana.

y es significativo, entonces, que el anális del estado de las políticas teatrales, a cargo de antonio castro, se concentre en el tema de la compañía nacional de teatro. desde mi punto de vista, castro resume bien lo que muchos hemos venido demostrando acerca de esta iniciativa desde el principio: falta de transparencia, centralización y nula pluralidad. mas yo agregaría, con lo visto hasta hoy, un pecado mayor: la gula. monumental como es, la compañía no quiere espacio y presupuesto: los quiere todos. una vez que el anzuelo de su “sede” demostró su futilidad, llegó la voracidad. pues lo mismo estrena en el cna, en la uam, en la unam, en el cervantino, en el fmx o donde mañana se pueda persuadir a un funcionario. pero, a fin de cuentas, ningún estreno en los estados, ninguna gira decente: sólo un pase de honorarios para el who´s who de la escena patrimonialista, vejez decente para algunos histriones y dos años de problemas solucionados para otros.

de manera que yo sólo subrayaría un apunte de castro acerca de las “buenas intenciones” de sergio vela. buenas intenciones que -por supuesto, y en contra de lo que se debe exigir a un funcionario público-, suplieron al análisis riguroso a la hora de tomar la decisión de transformar la cnt, y que es botón de muestra del quehacer de la administración cultural pública. y así, para quien lo quiera ver se evidencia un ciclo maravilloso: en la política cultural, decisiones de última hora sin rumbo ni continuidad; en medio, uno que otro listillo, caudillo, pícaro pastorcillo, mesías o heideggeriano al uso (el trepadurismo es un humanismo) capaz de congregar presupuestos y fieles; y en el otro extremo, artistas virtuosos en la obediencia, sedientos de milagros (la multiplicación de las becas o la resurrección del dramaturgo muerto), o expertos en el carrusel de la chambita. es decir, una colectividad artística en la cual se echa en falta voluntad de análisis o mínima aspiración plural, lo que, finalmente, asegura a los funcionarios en su sitio para seguir cosechando buenas intenciones.



y creo, sin embargo, que otra idea del texto de antonio castro está más cerca de señalar una posible salida: “desde hace varias décadas -escribe-, una de las demandas de la sociedad mexicana ha sido la creación de espacios plurales e incluyentes. desconcentrar estructuras autoritarias ha sido uno de los esfuerzos principales de nuestra vida política”. cuando los teatreros levanten la mirada de su parcelita estética, abjuren de todo mesianismo, miren hacia su contexto, asuman sus capacidades y se sientan parte de esa sociedad mexicana que describe tony castro, estaremos en otro lugar. y no hay que olvidar que la democracia no es un sitio a dónde llegar o a dónde nos pueda conducir un pastor, sino que es, como dice maría zambrano, el espacio “donde formarse uno como persona humana”, un espacio de tensiones, de diferencias, de experimentaciones y que, para nuestra ventura, nunca nunca estára acabado de formarse.

rubén

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