martes, 14 de junio de 2011

para el teatro de la unam, la tierra es aún plana


















juan josé arreola

en memoria de jaime garcía terrés

impulsor de poesía en voz alta y la revista de la universidad


1

anécdota: hace unos años, en un encuentro de escuelas de teatro en real del monte, hidalgo, se me ofreció -por antigüedad- dar las últimas palabras del evento (era el único profesor que quedaba de los fundadores de la carrera de arte dramático, los demás habían sido corridos por la “normalización” en cuanto se vio que la primera generación estaba lista para graduarse). dije entonces lo que me pareció una obviedad. que ya que en cada muestra nacional de teatro se hablaba de la precariedad del teatro mexicano, y siendo que la mayoría de los “profesionales” pasaban por nuestras aulas, lo lógico era que estábamos haciendo las cosas mal. y entonces ocurrió ese extraño fenómeno de unión gremial que sólo se da para defender las causas perdidas: los aludidos replicaron que no estábamos tan mal, que había mucho por hacer, y demás divagaciones sin recapitulación. hasta que la entonces coordinadora de la carrera que yo honorablemente representaba tuvo un arranque: cruzó los brazos, se afincó en su silla y como niña que dijera “no me baño y no me bañó”, afirmó: “pues yo no me siento obligada a formar a los actores que méxico espera”. y, sin mayor reparo, el cuórum aceptó la conclusión y cada quien para su casa. y yo también, pues me echaron del instituto de artes en cuanto pudieron.

repetiré lo obvio de nuevo. de una institución educativa que se mantiene con dineros estatales, el país espera ingenieros, químicos, biólogos, filósofos, geógrafos, etcétera, capaces no solamente de repetir instrucciones y adaptarse a un modelo técnico (eso lo hacen los conaleps); sino además con capacidad de investigación e innovación sobre un espacio de conocimiento y acción determinadas.

adaptación no es suficiente, hace falta proponer y transformar. en esto encarna, me parece, parte del espíritu universitario, además de que, al contrario de las instituciones privadas, la universidad pública debiera hacerlo con la mínima conciencia del bien común. lo que implica generar espacios de resistencia a las dinámicas monopolizadoras de todo tipo: técnicas, económicas o intelectuales.

pues bien, la Universidad Nacional Autónoma de México (LA Universidad Nacional) tiene a su cargo al menos tres espacios claros de incidencia en el quehacer teatral del país. y, a mi ver, ninguno de los tres mantiene el espíritu universitario, cada uno en diferentes niveles y distintas intensidades.

me detendré un poco en cada caso, sin imaginar tampoco que mi análisis sea exhaustivo. (entiendo que faltaría revisar la casa del lago o el teatro carlos lazo, pero su excentricidad los mantiene, hasta ahora, libres de intereses creados).

2.

el colegio de teatro de la ffyl.

es el caso más devaluado. la raíz del mal es de sobra conocida: la mayoría de las plazas de profesores están ocupadas por artistas refugiados de su propio fracaso hace treinta o veinte años. inamovibles por contrato, se dedican, en el mejor de los casos, a dar una cátedra cuyos referentes son ya caducos y, generalmente, propician a su alrededor pequeños feudos personales alimentados por la admiración del alumno que no conoce mayor horizonte que el que se le va presentando. y aún más: estos profesores ejercen cierto control en la toma de decisiones al nivel de la coordinación que afectan al total de la carrera. el ejemplo más folclórico lo representa una especie de concurso anual de obras de teatro -con todo y ternas de finalistas-, cuyas bases están redactadas entre el espíritu monárquico y la gilipollez de hollywood; la firma aristocrática del profesor que valida y sostiene dicho tinglado tiene la astucia de prever incluso la desaparición del noble promotor, pues la legitimación la continuarían “sus herederos”.

a esto súmese la complejidad de un nuevo plan de estudios que contempla la ampliación de las áreas de especialización de tres (actuación, dramaturgia y dirección) a cinco (se suman teatrología y producción), y que requeriría que el número de habitantes del colegio fuera de, al menos, una quinta parte de su número total. asimismo es de subrayar la impericia pedagógica del coordinador que se ha sacado la rifa del tigre (la actual directora de la facultad “removió” al coordinador anterior en un lujoso gesto priísta y la coordinación quedó vacante por semanas). impericia que ha demostrado en actos públicos –donde se atreve a descalificar las formas de los siglos de oro, sin mayor argumento que el “ya nadie habla en verso”- a lo que suma la imprudencia de medir fuerzas con los alumnos, en aras de esa autoafirmación de la que carece.

a su favor, hay que decirlo, el colegio tiene en permanencia un número reducido de profesores muy destacados (pienso en josé luis ibáñez), así como una población flotante de profesores que a la vez están en pleno trabajo de incidencia artística o de investigación. todo lo cual mantiene viva por los pelos a la escuela. o como dijo en aquel mentado encuentro un alumno del colegio: “el problema es que hay un gran eclecticismo, pero depende de uno saber elegir”. educación por sobrevivencia.



el hamlet de gurrola en la unam


el centro universitario de teatro.

si hay que ser coherentes con la historia, fue en esta escuela donde toda una generación de artistas escénicos pudo reproducirse. para bien y para mal en el cut se sentaron las bases de planes y procedimientos académicos que serían modelo nacional. fue aquí donde, de azar a mendoza y a margules, los hacedores del “teatro universitario” moldearon a las generaciones siguientes en una envidiable armonía entre academia y escena profesional centrada en la experimentación, definida ésta, en palabras de luis de tavira, como:

un método estricto, que consiste en partir de una hipótesis científica de trabajo, que define el propósito teatral a partir de una reflexión crítica-científica del gran contenido del teatro: el acontecer humano. esta hipótesis teatral es sometida a un experimento científico mediante una práctica tentativa, una y otra vez, siempre referido a la reflexión permanente de una tesis comprobada, que exige la puesta en juego de los elementos del lenguaje teatral antiguos y nuevos, hasta conseguir un producto final evaluable a la luz de un criterio definitivo: la posibilidad científica de objetivar la realidad y el significado del arte en ella.

es evidente que más allá de leyendas ciertas o falsas acerca de excesos o de repeticiones innobles de la novela familiar que se propician en una comunidad tan cerrada, el cut parecía responder en forma y fondo con el espíritu de su tiempo: montado en la ráfaga post sesentaiochera el arte podía permitirse la experimentación libre e incluso imaginar empatarse con modelos científicos. en ese país previo a la devaluación del 82, toda utopía era posible, es más: era exigible. mas el modelo del cut se agotó apenas faltaron los recursos y aparecieron los lastres institucionales. de allí que hacia mediados de los noventa, aquellos “maestros” experimentadores se encontraran ya copiando el modelo en instituciones privadas: antes el cadac y luego el net, el foro o la casa del teatro.

¿dónde queda entonces esa actitud, esa capacidad de echarse un mano a mano con la realidad en planes y procedimientos pedagógicos contemporáneos? ciertamente ya no en el cut. el modelo de selección escrupulosa + formación cerrada + encuentro con artistas y pensadores vigentes que mantuvo el cut en los setenta y ochenta sigue siendo, como puede verse aún, muy eficiente; pero quizá ya no se halle allí sino tradición sin innovación. calidad en el sentido más industrial del término. si la formación de conciencias obedientes para escenas por explorar funcionó antaño, los tiempos exigen otro tipo de actor y, por supuesto, otro tipo de escena que el cut con su plan actual es incapaz de imaginar. de esta escuela salen actores formados en un modelo de certidumbres en un contexto incierto. y lo más lamentable es que ha terminado alimentando un teatro homogeneizado, pero políticamente bien colocado, sin muchos nexos con el estado de cosas actual.

teatro unam.

para decirlo fácil y rápido: no hay nada que distinga al teatro que se presenta en los teatros del centro cultural universitario del teatro que producen ocesa u ortiz de pinedo. ya lo hemos dicho antes: una figurita de la pantalla (con un mínimo de apariciones bimestrales en “tvynovelas” o “ventaneando”), rodeado de artistas del teatro de arte, con textos de gran calidad dramática pero, desde su modo de producción, ya domesticados, inofensivos. lo mismo que en el teatro helénico o en los teatros del bosque. sólo que aquí el toque “universitario” está dado por el lado intelectual, donde se dan a la vez coloquios acerca de algún tema relacionado con una obra (lo cual no suena nada mal, por cierto). pero el juego es evidente y ya lo había anunciado urbi et orbi margaret tatcher en los ochenta: “there is no alternative to capitalism”. todo indica que el teatro que financia y legitima la universidad nacional hubiera bajado los guantes en la búsqueda de cualquier intersticio que pudiera pararle cara al mercado unificador de los afectos y los pensamientos.

y lo más sintomático, pues refleja el estado del teatro nacional, es la incapacidad de esta dependencia para dejarse contaminar por los fenómenos con los que comparte el hábitat: la dirección de danza se ha expandido en propuestas más o menos interesantes y más o menos arriesgadas; por no hablar que a unos pasos de los teatros, las exposiciones del muac se encargan de hacer más visible el fracaso en términos de contemporaneidad artística de las propuestas escénicas.

y es una lástima que todo esto lo lleve a cabo una persona capaz de comprender al punto y conmoverse con pessoa o beethoven, una persona de tan buena pinta moral como la que conocíamos de enrique singer. y por otra parte no es de extrañarse tanto, sus coqueteos con el “teatro comercial de vanguardia” le han valido, bajo la indiferencia que rige a la crítica nacional, lo mismo hacerle un barrido a ortiz de pinedo (o quien sea que pague por estrellitas) que un fregado a la compañía nacional. a estas alturas, recuerdo que la primera vez que lo escuché en público en el año de 1993, ya se hallaba proclamando la muerte del teatro experimental; lo cual me extrañó muchísimo, pues por teatro experimental yo siempre he entendido otra cosa: menos un espacio de “todo se vale” que, como dije arriba, una necesaria apertura a la realidad y a las posibles respuestas que a ésta se puede otorgar.

hoy entiendo que en él se encarna esa paradoja generacional que hace que diego luna o josé maría de tavira -hijos de tigre y actores medianos-, prefirieran el camino de los centavos antes que el del pensamiento sensible. en todo caso, como digo, es el mal de su generación, la del teatro light por resentimiento edípico contra los padres experimentadores. pues no queda más que decir que nos hace muy contentos que logre lo que quiera en su carrera, porque lo queremos bien, pero que la universidad no está para solventarle sus laberintos psicoanalíticos... o sí, pues lo puede hacer y nadie le dice una palabra.




el nuevo espíritu universitario

3

"no puede ser el dinero, los bienes materiales y el éxito fugaz, momentáneo e inmediato lo que norme el desarrollo de la vida y en particular de los jóvenes. nos equivocamos cuando les transmitimos ese pensamiento".

josé narro robles, rector de la unam

en uno de sus últimos cursos en el colegio de francia, michel foucault planteó la genealogía del sistema liberal que, aunque sea ahora neo, nos sigue gobernando. y bajo el concepto de gubernamentabilidad, planteó la problemática de la que los gobiernos del capital no han podido salir: por un lado, se trata de administrar vidas desnudas, su existencia neta como número poblacional; por otro, de dar espacio de reivindicación al homo legalis, al hombre de derechos que requiere un mínimo de instituciones que hagan posible que su vivir sea algo más que el simple existir: los derechos humanos son deseables y a los gobiernos les compete garantizar que estos sean respetados y fomentados; y, finalmente, los gobiernos tenían que dejar el paso al homo economicus, el de la libre competencia económica, el que hace multiplicar el capital con la menor restricción posible.

salta a la vista la problemática: el homo economicus es voraz y los derechos humanos son su obstáculo. la multiplicación del capital no ocurre sin la depreciación de las capacidades humanas para gestarse una vida digna para la mayoría. se garantiza la multiplicación de vidas para el capital pero sin posibilidad de hacerse de un “modo de vida” medianamente digno, imaginado, construido. todo esto, ahora, bajo la "creatividad" del marketing y la dictadura del rating.

y es en esta tensión donde se juega la existencia de la universidad: en generar intersticios por donde sea lo que signifique ser humano pueda desplegarse con libertad y en lazos solidarios. aquí, supongo yo, podríamos sentir el soplo del espíritu universitario -y donde ha estado en la mayor parte de su existencia-: en proveer de herramientas de reflexión y de acción que imaginen mejores formas del vivir común. pues a través de los siglos, el espíritu de las universidades se ha signado con una palabra: dignidad.

así las cosas, lo que tenemos en algunos casos del teatro de y en la universidad es una desviación y en otras una traición al espíritu universitario; no creo que entregarle pedazos de la universidad a la desidia burocrática, al anacronismo cómodo ni al mercantilismo cool (¿hay otro?) sean parte de ese espíritu. creo que esas premisas no favorecen en nada el bien común.

y creo que si este pensamiento universitario del teatro actual hubiera sido una constante en la historia, todavía seguiríamos creyendo que la tierra es plana.


rubén ortiz
profesor del colegio de teatro de la unam

10 comentarios:

  1. Maestrazo:

    Acabo de leer su alegato sobre Teatro Unam que comienza con esa penosa anécdota hidalguense.
    Siempre fui - lo sigo siendo - muy crítico con la UAEH y sus tiros en el desconcierto del arte mexicano. Creo que el tiempo me ha dado la razón - hay que ver la nómina actual de maestros de la carrera de arte dramático, el perfil de los egresados, el gasto absurdo e innecesario para medio equipar una sala, los resultados escasos, realmente palpables de tener una licenciatura especializada en Hidalgo - y sobre todo la ausencia de pensamiento crítico, verdaderamente crítico al interior y exterior de la carrera.
    Es una pena porque coincide en origen y desenlace con el semblante del teatro universitario, a pesar de los años luz de distancia, del último reducto del teatro "público" y escolar nacional como origen de la renovación. Coincidio en todo.
    Habría que ser más frontal con ese teatro puma, más exigentes.
    Aprecio y abrazo su fortaleza.
    Nos leemos.

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  2. querido enrique,
    en efecto, la escuela de real del monte se ha vuelto un desastre desde que la "normalización" hizo realidad tus predicciones. no obstante -y te parecerá victoria pírrica-, el laboratorio pedagógico que duró 3 años me sigue pareciendo invaluable. me basta volver cada año a "transversales" para ver que algunos de esos muchachos se mantienen propositivos y pensantes.
    por el lado de la unam, creo que es hora de decir las cosas. en mi caso ya no creo que haya mucho qué perder. el conservadurismo acapara casi todo -en la política y en las políticas estéticas- así que sólo queda ventilar la peste. lástima que nuestros hacedores sean tan serviles
    leámonos.
    rubén

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  3. Estimado Rubén,
    aunque coincido en buena medida con tu crítica, creo que, al final, no solo te quedas corto sino que te muestras demasiado optimista al suponer que la universidad ha de ser un espacio de disidencia y resistencia. La universidad, como institución, nació para estar del lado del poder y la UNAM no es la excepción. Por el contrario, es reconocido su papel en la formación de cuadros priístas hasta una época relativamente reciente (cuando estos parecen haber sido desplazados por peerredistas). Es cierto que la UNAM ha sido cabeza de varios de los movimientos sociales más importantes de México, pero estos constituyen casos de excepción que han de enfrentarse, antes que nada, a la oposición dentro de la propia institución.
    Otro aspecto que creo que valdría la pena discutir es si el teatro tiene o no alguna obligación política real o si lo único que hemos hecho ha sido apropiarnos del discurso subyacente al papel que ha jugado en la difusión de ideologías políticas desde la Atenas de Pericles.
    Quisiera, así mismo, hacer dos precisiones:
    Cuando aseguras que Gloria Villegas, directora de la FFyL, nombró a Tibor Bak al más puro estilo priísta cometes una omisión que considero malévola pues evitas informar al lector que la elección de coordinadores no es un proceso democrático, sino que estos siempre han sido nombrados por los directores y nada hay más natural que el que un nuevo director elija un nuevo equipo de trabajo. Omites también anotar que existió una cierta presión estudiantil y académica para que ocurriera ese nombramiento una vez que las relaciones entre la administración anterior y la comunidad se volvían cada vez más tensas.

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  4. La siguiente precisión concierne al Premio a la creación escénica teatral al cual aludes sin nombrar. Como presidente del premio, agradezco la crítica, a pesar de que conozco tu oposición a esta clase de estímulos que ya se había manifestado cuando durante la administración anterior se otorgaban reconocimientos a participantes destacados de las temporadas. En primer lugar, no existe tal cosa como una "terna de finalistas": compiten todos los equipos participantes en las temporadas y por razones económicas se entrega un premio único. Supongo que tu confusión proviene del hecho de que se habla de "Primer premio a la creación escénica", "Segundo premio", etc. Esto responde al orden de las emisiones: el "Primer premio" se entregó el primer año, el "Segundo premio" el segundo y así sucesivamente; esta denominación no atiende al lugar que ganaron sino a cuándo lo ganaron.
    Cuando entrecomillas a "los herederos" que darán supuesta "legitimidad" al premio o manifiestas una nueva confusión o confundes alevosamente a tus lectores. No, no se trata de herederos artísticos o conceptuales, sino de los herederos de los dineros. Bien puedes entender que un premio en líquido no puede sostenerse si no hay quien aporte los recursos. Proponer que sus herederos darán legitimidad a este premio es una falacia. En el caso del recién creado Premio Enrique Ruelas, creado por los herederos de este, no son ellos quienes legitiman la presea sino el nombre y la memoria del maestro. Lo mismo ocurre, para bien o para mal, en nuestro caso.
    Si las bases te parecen monárquicas y hollywoodenses, por qué no nos haces llegar tus críticas y propuestas directamente? Agredecemos todas las aportaciones que contribuyan a mejorar nuestro trabajo y puedes hacérnoslas llegar a través de nuestro correo electrónico o directamente a mí a abril_alcaraz@yahoo.com (lo mismo vale para todo aquel necesite ponerse en contacto con nosotros).
    Entiendo bien que te hayas visto arrastrado por la pueril rivalidad (¿política, personal?) entre dos ex coordinadores, sin embargo, quienes mantenemos este premio vigente somos estudiantes y egresados del Colegio que procuramos mantenerlo al margen de las veleidades de las autoridades académicas, reales o simbólicas.
    Para concluir, quiero decir que fue para mí una gran alegría encontrar este reducto crítico al cual le deseo larga vida.
    Saludos.
    Abril Alcaraz.

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  6. abril,
    pues ahora sí me quedé sin argumentos. si la universidad nacional siempre está a favor de los intereses dominantes, primero, yo he sido un maldito ingenuo y segundo, supongo que hablar de cualquier cosa que tenga que ver con la educación artística en la universidad está de más, pues los planes de estudios y las motivaciones extracurriculares -como los premios- no son sino conscientemente (pues lo dices muy consciente)actos hegemónicos.
    bueno, pero soy un soñador empedernido y he de suponer que tal argumento es, cuando menos, cínico, pues eso nos dejaría aceptando el estado de cosas. pero a mí se ocurre que no, que esas excepciones que mencionas tienen sentido y que si la universidad dice tener un propósito democrático, por lo menos hay que tener la decencia de pedirle cuentas, incluso confrontándola con lo excepcional de su propia historia (por ejemplo, poesía en voz alta y lo mejor de la revista de la universidad, y la fundación del colegio de teatro y etapas fuertes del cut y administraciones de los teatros de la unam donde vi puestas en escenas magníficas...).
    y eso intento: llamar la atención sobre lo que me parece contradictorio con el mejor espíritu universitario del que existe testimonio.
    luego supones que, en el caso del colegio, lo hago por pueril rivalidad. pues no. no niego a mis amigos, pero has de saber que a ellos no me liga una amistad estúpida: como mencionas, también con el anterior coordinador tuve mis diferencias y las ventile como pude. pero no puedo dejar de pensar que sacarlo a la mitad de la implantación de un plan de estudios cuya conformación coordinó es una bobería.
    por otra parte, no tengo ninguna rivalidad porque me pagan 60 pesos la hora (en otros lugares me han pagado cuatro veces más) y no me interesa cazar plazas ni mantener la mía ni soy presidente de nada. hablo porque me interesa la educación teatral pues he coordinado escuelas de teatro, y sé que a los maestros se nos paga por pensar lo mejor para el alumnado (otra vez mi maldita ingenuidad) y un concurso, bajo las condiciones en que vive el colegio, es una irresponsabilidad que compruebo cada vez que tengo que bajarle los humos a los alumnos que llegan a mi clase con un premio y sin la menor idea del espacio escénico y sin el menor sentido crítico.
    y, lo siento, pero comparar al profesor de los premios con enrique ruelas, me parece temerario.
    seamos serios: el colegio de teatro merece -de sus profesores de tiempo completo y de los demás- discusiones críticas de altura, pues cada año salen alumnos con una calidad educativa de bajo nivel. ni los maestros con plaza ni las rivalidades cortesanas ni el cinismo le hacen bien a un espacio que pagan los contribuyentes.
    siempre espero que gente con iniciativa como tú imagine, al menos, un futuro y que se sirva de alguna herramienta crítica más que de la inercia burocrática.
    rubén

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  7. Estimado Rubén,
    ha sido gracias a los soñadores empedernidos que se han opuesto a la inercia y a las políticas hegemónicas y homogeneizantes que las instituciones de educación superior pueden decir hoy que son bastiones de muchos de esos valores que esgrimimos como occidentales (post?)ilustrados, democracia incluida. Aunque lo ostenten con falsedad, aunque contengan por dentro la podredumbre de siempre, aunque tiendan al estatismo y al anquilosamiento. Me contestas como si hubiese afirmado que su deber ser radica en la defensa de los intereses dominantes. Lamento tal lectura. Mi observación precisaba un hecho histórico que conscierne al nacimiento de la universidad y a buena parte de su historia, así como al papel que ha jugado en múltiples sociedades y que permite situar las reivindicaciones progresistas, humanistas, etc. como lo que son: excepciones. Si las excepciones constituyen excepciones es precisamente porque representan una oposición a las tendencias dominantes (lo cual es una obviedad gigantesca) y en buena medida su valor y el papel destacado que ocupan proviene de ello. Pero, infelizmente, cuando sarcásticamente propones que "la universidad nacional siempre está a favor de los intereses dominantes" no estás muy lejos de la verdad. Y sí, sobre todo hoy que tenemos un rector que no hace sino lanzar discursos moralizantes desde la seguridad de su torre inexpugnable, es necesario pedir cuentas.
    En ningún momento discuto tus consideraciones ni tu crítica. Por el contrario, me parecen muy oportunas. La precisiones vienen a cuento pues una crítica justa merece estar libre de mistificaciones. El colegio -la universidad- no solo merece académicos críticos sino un proyecto pedagógico inteligente y muchas cosas más de las cuales tristemente carece.
    Lamento mucho enterarme de alumnos a los que hay que "bajarles los humos". Ese es un hecho, por ejemplo, que es útil conocer. La de la autocrítica es una capacidad imprescindible para cualquiera que pretenda desenvolverse en una práctica artística.(Por cierto, la comparación no es entre "el profesor de los premios" -por qué no ponerle nombre?- y Ruelas, sino entre los recursos de legitimación que ni en un caso ni en otro son los herederos).
    Saludos. Abril.

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  8. abril,
    gracias por tomarte el tiempo. estoy de acuerdo en casi todo
    rubén

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  9. rubén: hola soy alejandro ávila saulés, ex alumno de dirección, deseo imprimir y pegar en el área de teatros, desde el 8 de agosto, tu artículo sobre el teatro en la unam. ¿tienes alguna oposición? he seguido las críticas y tu escrito me parece lo povocación inteligente que necesita el pasivo colegio. ¿cómo ves?
    te dejo mi correro: vaniazor08@gmail.com
    saludos

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  10. hola alejandro,
    "estos textos están libres de derechos y sólo se pide citar la fuente". o lo que es lo mismo: va. saludos de vuelta
    rubén

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