jueves, 1 de abril de 2010

una nueva visibilidad 3 y última: el espectador a la deriva


















¿qué palabra sabrá responder a la nueva visibilidad de los acontecimientos históricos?

wb

el 27 de abril de 1934, en el instituto para el estudio del fascismo de parís, walter benjamin presenta una ponencia en la que sondea los espacios de libertad del escritor en los tiempos que corren. digamos que, mutatis mutandis, benjamin da la vuelta a las consignas que encasillan la tarea artística revolucionaria dentro de los estrechos marcos del realismo socialista y abre la perspectiva al concepto del autor como productor. esto significa, en sus palabras,

que la tendencia de una obra sólo puede ser acertada cuando es también literariamente acertada. es decir, que la tendencia política correcta incluye una tendencia literaria. y, para completarlo de una vez: que es esta tendencia literaria –contenida implícita o explícitamente en toda tendencia política correcta-, y no otra cosa, lo que da calidad a la obra. la tendencia política correcta implica la calidad literaria de una obra porque incluye su tendencia literaria” (trad. de bolívar echeverría).

esto es, el autor no sólo recibe consignas ideológicas, sino que es propietario de los medios de producción de sus obras y, aún más, transformador de estos medios. no existe propuesta artística revolucionaria que no implique la revolución de los medios artísticos.

en el texto, benjamin propone a brecht -con quien había mantenido varias conversaciones y a quien dedicó diversos estudios-, como ejemplo de este autor que reordena la composición de su arte como respuesta a la visibilidad de los hechos de su tiempo. era claro, entonces, que para benjamin no se puede ser un artista flotando sobre los hechos, había que mantener una relación con ellos. se trata de saber mirar, como quien recorre una ciudad, sin dejarse llevar por la fascinación de su estética, antes bien, permitirse afectar por ella sin dejar de hacerse preguntas acerca de cómo llegó cada edificio a su sitio y qué nos dice la propia arquitectura del espíritu (material) de los tiempos en que fue edificado y en qué a derivado su uso humano.

eso es, al menos, lo que el propio benjamin intenta en ese libro raro entre los raros e inacabado por naturaleza que es el libro de los pasajes, en que el autor sondea los síntomas de la modernidad en aquellos detalles que sólo un flanêur o caminante a la deriva puede conocer en el parís moderno: vitrinas, materiales, usos, maneras de habitar espacios que nos hablan de formas de vida bajo ciertos regimenes de organización social. texto escrito, por supuesto, en resonancia con el conceprto de montaje cinematográfico, pero también de los procedimientos vanguardistas de fragmentación y reensamblaje. se trata de un texto sobre la modernidad escrito con técnicas (pos)modernas.

este libro, pues, ha servido ahora de inspiración para la última acción de teatro OJO, “caminado con tortugas”, en la cual su mirada tomó un espacio mayor: el centro histórico de la ciudad de méxico. en este espacio, los pasajes comerciales juegan un importante papel, no sólo económico, sino también de reunión social en una época de mercancías chinas. atravesarlos en un sábado implica llenarse los sentidos de mercancía siempre pirata que, sin embargo sigue atrayendo las miradas de las familias que transitan al emanar esa cualidad aurática de todo fetiche.



así, teatro OJO diseñó diversas derivas o trayectos que implican a estos pasajes, puntualizando o señalando en cada uno aspectos relevantes del espacio o bien proponiendo acciones o ejerciendo intervenciones: “el paseante en este caso juega el papel de un arquéologo y de un editor, a él le corresponde la tarea de montaje y des-montaje de las imágenes expuestas, de los textos pronunciados, de las acciones presentadas”.

para esto, en algunos pasajes están dispuestos algunos distribuidores de postales y mapas y citas, que sugieren rumbos y acciones a realizar, además de que en ciertos días específicos la compañía realiza acciones específicas. algunas acciones sugeridas en la travesía son: “leer los anuncios de la columna central en la capital mundial del sexo”, “detenerse frente a la vitrina de joyas y relojes en los salones diamante, rubí o zafiro del pasaje monte de piedad. encontrar las posibles relaciones entre fetichismo y aura de la mercancía”, “atravesar el pasaje de las muchachas. el amor a la prostituta es la apoteosis de la empatía con la mercancía”, “en el pasaje slim, frente a una vitrina repleta de quinceañeras y novios, meditar sobre las preocupaciones de un padre de familia (de kafka)”, “en el pasaje moneda-soledad subir al sexto piso. leer a nietszche” y “dialéctica de la flanêrie: el interior como calle (lujo)/la calle como interior (miseria). entrar a liverpool por venustiano carranza, pedir un café y sentarse”, entre otras.

bajo esta incitación, se produce a cabalidad lo que brecht llamaba el efecto de distanciamiento, pues un lugar tan poderosamente familiar para muchos de nosotros, se vuelve de inmediato extraño y empieza a demandar de nosotros otro tipo de atención. durante el recorrido todo salta a la vista de nuevo: los mendigos, los bocineros, los policías, los escaparates nunca iguales, los empleados siempre aburridos, las insignias de los edificios, sus balcones olvidados, la prosapia deslavada de la ciudad, los cientos de transas que se llevan a cabo en este mismo instante, el derroche de miseria, la miseria del derroche, las mentiras históricas en catedral, la fe como último recurso de sobrevivencia darwiniana, la embriaguez, el silencio culpable en la capital mundial del sexo, la prositución de la pobreza como síntoma de la violencia nacional, etc.

y, otra vez, la memoria: los recorridos en el chevrolet 66 de mi abuelo por 16 de septiembre a ritmo de boleros en la radio; la ilusión de mi abuela por su viaje semestral a liverpool: el único lugar donde después de la infancia provinciana se sentía digna de comprarse ropa; el mítin del 88 en apoyo a cárdenas; la marcha del 95 en apoyo a los zapatistas (me arrepiento de la causa que no de la voluntad); las mil lecturas para sanar heridas en la alameda y, en fin, este nuevo recorrido de la mano de mi hija y mi mujer.

ciertamente, las derivas son tan infinitas como la reflexión que se quiera promover (“sueños. cuentos de hadas” o “muerte”), o los niveles de experiencia que se alcancen a tener: desde lo pesadamente conceptual hasta lo inmediatamente sensible. yo extrañé, como me ha pasado en algunas acciones del colectivo, un mayor acercamiento al espectador en las instrucciones de manejo; no me refiero a la multiplicidad de posibilidades de paseo sino a cierta confusión en la página huésped que no especifíca cosas que tendrían, creo yo, que ser especificadas de manera más sencilla, sin miedo a la obviedad (“se trata varias propuestas de tránsitos por el centro histórico que pueden ser guiadas y complementadas por mapas y postales que se encuentran en los pasajes y que tienen una extensión en acciones concretas en horarios específicos”, por ejemplo). yo mismo tuve que dar estas instrucciones a un par de invitados extraviados, para luego enterarme ya casi al final del viaje, que había una deriva vip que sólo se dio por contacto directo con los miembros de la compañía. esto, por supuesto, no resta un ápice de intensidad a la experiencia, pero me sigue demostrando que hace falta que el grupo se dé cuenta de que por más que los espectadores completemos el acontecimiento, hay tareas que no nos corresponderían hacer.

por lo demás, me provoca gran alegría que al final con las acciones de teatro OJO nunca puedo marcar la línea entre la experiencia artística y la deriva de mi propia existencia; y creo que ésta es la cualidad más importante de su propuesta: concederme el espacio y la compañía para aprender a mirar, para saber que como espectador, soy también seductor y soy también productor.

rubén

(imágenes tomadas de http://caminandocontortugas.blogspot.com/)



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